¡Ah! Pero algunos de ellos poseían características todavía más problemáticas, aunque más placenteras y más dolorosas de lo que hoy conocemos como placer y dolor: sentimientos e imaginación. Éstas, nada tienen que ver con producir eficientemente el producto que te tocó elaborar durante tu existencia (a propósito de existencias, su esperanza de vida era diez veces menos que la tuya); se parecen más a lo que provoca una gota de agua –cuando llega a caer– o un gramo de ceniza viva en los pequeños centímetros de carne que tenemos en el cuerpo. De ese mundo, en verdad te digo, ya nada queda.
Pero nosotros ponemos a tu alcance eso que hasta hoy conoces sólo porque te lo han contado o lo has visto en un disco multimedia. Ya puedes experimentar un sueño, puedes amar, puedes soltar una estrepitosa risa, tal vez llorar o quizá odiar. Si lo prefieres, dolor también puedes pasar. Después de largas y costosas investigaciones, un grupo de expertos en biogenética logró producir una sustancia química muy similar a la que se generaba en el cerebro de aquellos humanos, para luego introducirla en un bonito envase de aluminio. Ahora, puedes adquirir este producto en cualquier centro comercial.
Contamos con una larga lista de emociones y sueños, muchos de ellos hasta ahora desconocidos para ti: podemos llevarte hasta un sillón colocado frente a un ventanal que enmarca árboles de grueso tronco con faldas de hojarasca, donde podrás disfrutar de un buen ejemplar de Cervantes o de alguna pieza de Mozart. Podemos obsequiarte una caminata nocturna por las extintas calles empedradas con olor a caoba. Tal vez quieras sentir un amanecer sumergido en lo que llamaban bosque. O quizá quieras sentir lo que la gente sentía al conversar con los amigos o pasar sus dedos por la piel de la pareja.
Con nuestros productos puedes imaginar un sin fin de mundos posibles, todos previamente clasificados y codificados para evitar un descontrol. Mas no desechamos la posibilidad de que tú realices pedidos especiales. Si, por ejemplo, no te satisface una lata que te lleve a nadar en el agua cristalina de un río o de una playa, de esas que hace años desaparecieron, puedes solicitarnos –vía galaxinet, por su puesto– el escenario que te gustaría disfrutar, anexando la fuente documental donde supiste de él.
Si tú quieres y tus arcas lo permiten, también te ofrecemos la sustancia química pura, es decir, no se trata de un sueño en específico ni de un sentimiento previamente seleccionado. Simplemente consumes la sustancia activa en bruto y el ambiente surge, como si hubiera estado escondido durante años esperando la llave correcta para escapar. No hay nada previo en el envase, todo lo construyes tú: eres la génesis, las manos de alfarero y el ocaso de lo que consigas.
Por recurrir a la nostalgia del pasado, el producto que hemos logrado confeccionar, hemos sido atacados por los sectores más letrados de la sociedad, lo han calificado de anti-moderno, de atentar contra los valores universales del hombre y, por lo tanto, de socavar el orden conseguido con al inversión de tatos esfuerzos durante decenios. Lo cierto es que más allá de desafiar el statu quo de nuestro mundo, esta innovación mercantil permitirá dos cuestiones: controlar lo que otro pudiera mal usar y, dos, enfrentar a nuestros ciudadanos a la angustia de la imaginación para que valoren su rentable vida.
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