Tranza Poética

"Creo que cada poema es un mundo. Un mundo y aparte. Un territorio cercado, al que no deben penetrar totalmente indocumentados, los huecos, los desapasionados, los censores, los líricamente desmadrados. Un poemínimo es un mundo, sí, pero a veces advierto que he descubierto una galaxia y que los años luz no cuentan sino como referencia, muy vaga referencia, porque el poemínimo está a la vuelta de la esquina o en la siguiente parada del Metro. Un poemínimo es una mariposa loca, capturada a tiempo y a tiempo sometida al rigor de la camisa de fuerza. Y no lo toques ya más, que así es la cosa. la cosa loca, lo imprevisible, lo que te cae encima o tan sólo te roza la estrecha entendedera -y ya se te hizo".
Efraín Huerta

2 de octubre de 2006

Mundos enlatados

¿Alguna vez has oído en boca de los ancianos o visto en los multimedia de historia sobre esos seres extraños que, si bien eran humanos, tenían un cuerpo de carne cubierto de piel? Existieron hace un par de siglos. De hecho, se puede decir que son tus antepasados. Eran gordos o flacos, bajitos o de gran estatura, amarillos, blancos, morenos y negros, con cabello negro o rubio, calvos o con largas cabelleras; además eran muchos, demasiados, millones y hablaban idiomas distintos. Todos tan distintos. Pronto fue necesario desaparecer todos los rasgos anteriores (ello se logró gracias a los prelados científicos y sus avances genético-tecnológicos), pues de lo contrario nosotros no gozaríamos de este orden tan paradisíaco.

¡Ah! Pero algunos de ellos poseían características todavía más problemáticas, aunque más placenteras y más dolorosas de lo que hoy conocemos como placer y dolor: sentimientos e imaginación. Éstas, nada tienen que ver con producir eficientemente el producto que te tocó elaborar durante tu existencia (a propósito de existencias, su esperanza de vida era diez veces menos que la tuya); se parecen más a lo que provoca una gota de agua –cuando llega a caer– o un gramo de ceniza viva en los pequeños centímetros de carne que tenemos en el cuerpo. De ese mundo, en verdad te digo, ya nada queda.

Pero nosotros ponemos a tu alcance eso que hasta hoy conoces sólo porque te lo han contado o lo has visto en un disco multimedia. Ya puedes experimentar un sueño, puedes amar, puedes soltar una estrepitosa risa, tal vez llorar o quizá odiar. Si lo prefieres, dolor también puedes pasar. Después de largas y costosas investigaciones, un grupo de expertos en biogenética logró producir una sustancia química muy similar a la que se generaba en el cerebro de aquellos humanos, para luego introducirla en un bonito envase de aluminio. Ahora, puedes adquirir este producto en cualquier centro comercial.

Contamos con una larga lista de emociones y sueños, muchos de ellos hasta ahora desconocidos para ti: podemos llevarte hasta un sillón colocado frente a un ventanal que enmarca árboles de grueso tronco con faldas de hojarasca, donde podrás disfrutar de un buen ejemplar de Cervantes o de alguna pieza de Mozart. Podemos obsequiarte una caminata nocturna por las extintas calles empedradas con olor a caoba. Tal vez quieras sentir un amanecer sumergido en lo que llamaban bosque. O quizá quieras sentir lo que la gente sentía al conversar con los amigos o pasar sus dedos por la piel de la pareja.

Con nuestros productos puedes imaginar un sin fin de mundos posibles, todos previamente clasificados y codificados para evitar un descontrol. Mas no desechamos la posibilidad de que tú realices pedidos especiales. Si, por ejemplo, no te satisface una lata que te lleve a nadar en el agua cristalina de un río o de una playa, de esas que hace años desaparecieron, puedes solicitarnos –vía galaxinet, por su puesto– el escenario que te gustaría disfrutar, anexando la fuente documental donde supiste de él.

Si tú quieres y tus arcas lo permiten, también te ofrecemos la sustancia química pura, es decir, no se trata de un sueño en específico ni de un sentimiento previamente seleccionado. Simplemente consumes la sustancia activa en bruto y el ambiente surge, como si hubiera estado escondido durante años esperando la llave correcta para escapar. No hay nada previo en el envase, todo lo construyes tú: eres la génesis, las manos de alfarero y el ocaso de lo que consigas.

Por recurrir a la nostalgia del pasado, el producto que hemos logrado confeccionar, hemos sido atacados por los sectores más letrados de la sociedad, lo han calificado de anti-moderno, de atentar contra los valores universales del hombre y, por lo tanto, de socavar el orden conseguido con al inversión de tatos esfuerzos durante decenios. Lo cierto es que más allá de desafiar el statu quo de nuestro mundo, esta innovación mercantil permitirá dos cuestiones: controlar lo que otro pudiera mal usar y, dos, enfrentar a nuestros ciudadanos a la angustia de la imaginación para que valoren su rentable vida.

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Allá al fondo está la muerte, pero no tenga miedo. Sujete el reloj con una mano, tome con dos dedos la llave de la cuerda, remóntela suavemente. Ahora se abre otro plazo, los árboles despliegan sus hojas, las barcas corren regatas, el tiempo como un abanico se va llenando de sí mismo y de él brotan el aire, las brisas de la tierra, la sombra de una mujer, el perfume del pan.

Julio Cortázar