Tranza Poética

"Creo que cada poema es un mundo. Un mundo y aparte. Un territorio cercado, al que no deben penetrar totalmente indocumentados, los huecos, los desapasionados, los censores, los líricamente desmadrados. Un poemínimo es un mundo, sí, pero a veces advierto que he descubierto una galaxia y que los años luz no cuentan sino como referencia, muy vaga referencia, porque el poemínimo está a la vuelta de la esquina o en la siguiente parada del Metro. Un poemínimo es una mariposa loca, capturada a tiempo y a tiempo sometida al rigor de la camisa de fuerza. Y no lo toques ya más, que así es la cosa. la cosa loca, lo imprevisible, lo que te cae encima o tan sólo te roza la estrecha entendedera -y ya se te hizo".
Efraín Huerta

24 de marzo de 2009

Triple homicidio


RETROSPECTIVA Y VISCEVERSA (A MANERA DE INFORME)

(Sólo para dos en uno, ¿no es cierto, flaca?)

“Y como pasa el tiempo,
que de pronto son años
sin pasar tú por mí, detenida”
Silvio Rodríguez, Te doy una canción


Buenos Aires, 2008.
Este escritorio.
La manía por el teclado.
Dos o más cervezas.
La nostalgia.
Todo está perdido.
Que te vas a casar.
El aeropuerto.
Nunca llamaste.
“Estamos unidos del alma”.
“No me hables más, ya supéralo”.
Otra ofensa mía.
“No sé si podría regresar”.
“Te odio”.
“Ya tendríamos un niño”.
“Me encerré en mi cuarto”.
“¿Para qué llamaste?”
Pasaron cuatro años.
“Lloré en el estadio de CU”.
La carta que nunca recibiste.
El exilio en Guadalajara.
“Vete, quiero estar sola”.
La magia y el beso inevitables.
La casa de Rocío.
¿Qué será de ti?
Los tres ingresos al psiquiátrico.
Morí.
“Sé que nos volveremos a encontrar”.
“Me dolió la decisión”.
“No me busques, por favor”.
Tu primer empleo en HP.
El regreso de Guanajuato.
El correo electrónico mortal.
Las reconciliaciones.
Un rompimiento tras otro.
Mis mentiras y las tuyas.
Los sueños necios.
Los poemas de Benedetti y Sabines.
Las librerías de viejo.
Las calles del centro.
El helado sin calorías.
Los baños del Sanborns.
Las noches en la facultad.
El metro Tacubaya.
La avenida Observatorio.
La colonia Navidad.
El hotel de Tepoztlán.
El sillón y tu padre sorprendiéndonos.
El 19 de noviembre.
La fiesta y el beso.
Mi cumpleaños 17.
La hora eterna en Chapultepec.
La visita a las dependencias.
El sociodrama.
Los tenis Nike.
Las sudaderas Wilson.
Los pantalones Guess.
El cabello negro y las caderas imponentes.
El 19 de agosto.
La Prepa 4, 1997.

INSTRUCCIONES PARA NO AMAR

En ese punto no te asalta
el miedo / el sueño / esta muerte.
Corre, date la vuelta, contén el grito,
hazte piedra y quédate en aquél rincón.

No regreses a esta noche que pica
los brazos, la conciencia y el orgullo.
Esta noche pide gemidos,
exige sudor / pausas / desencuentros.

Arráncale cabello por cabello al deseo,
enrédate los intestinos de una carcajada,
ríe, ríe, ríe de tanta desesperación,
aprieta la quijada, muérdete los ojos.

Límpiate la baba, no la muestres nunca,
puede ser que nunca deje de caerte.
Estira los pies sobre una mesita,
bebe un té y espera no esperar.

Por esa esquina el diablo llega,
cómo decirlo,
sin sentirlo, un poco más rápido, sin tanta rabia.

TRISTEZA COTIDIANA

Estoy triste.
Así de simple.
No es nada en especial.
Sólo existir. ¿Hay más?
Hay un abismo entre hoy y hoy.
Un día más. Dos, qué más da.
Cinco, da igual.
Diez, estoy acostumbrado.
Qué fácil. No, no tanto.
También estoy enojado.
¿Tú no?
Lo suficiente para gritar
¡me la pelas,
Dios o como te llames!
Ya, no mames.
Estoy aquí, vivo y empolvado.
Siete pasos más y volaré.
Adónde… no lo sé.
El lugar no importa
la soledad es la misma,
siempre huele igual,
algunas veces cambia
su olor a azufre por
algo más dulce.
Hay veces que pasa eso.
Sí, cómo no.
Una caja de bombones,
una vagina húmeda,
el trago de cerveza,
aunque después
casi siempre / al instante
otra vez
esté yo aquí
con la vida recortada
y la muerte entre las cejas.

EXHORTO

Que cada poro brinque,
se pare de manos y cierre los ojos
justo al borde de un abismo.

Que el delirio azote,
arrastre / pise / crispe
los vellos siempre tan definitivos.

Que los verbos canten,
desesperados si no hay más remedio,
de lo que se trata es de perforar oídos.

Que el deseo se cuele
por los pliegues de las manos
para entrar a tientas en un mundo de otro mundo.

Que el silencio rasure
los callos y las uñas deformes
sembradas en la punta de la lengua.

Que usted poro,
vello / oído / mano / lengua
me perdone los agravios casi imperceptibles.

Y que no tenga miedo.
Y no tiemble.
No ponga pretextos.

LA VIDA EN ATAÚD

No puedo,
fracaso con lo nuevo.
Tengo una reliquia dibujada sobre papel.
Interpongo líneas
dejo espacio
entre recuerdo y recuerdo,
pero nada más crece.
Por eso me gustaría saltar de aquí
hasta el otro lado,
y burlarme de ti,
sacarte los ojos,
partir cada uno en cuatro,
sembrar dos pedazos
en cada punto cardinal
del panteón
para que veas algunos huesos,
gusanos, tripas reventadas
y cabellos cenizos.
Te mereces eso.
Lo doble, incluso,
sólo para que un buen día conozcas
con precisión
el lugar desde el que te escribo.

Allá al fondo está la muerte, pero no tenga miedo. Sujete el reloj con una mano, tome con dos dedos la llave de la cuerda, remóntela suavemente. Ahora se abre otro plazo, los árboles despliegan sus hojas, las barcas corren regatas, el tiempo como un abanico se va llenando de sí mismo y de él brotan el aire, las brisas de la tierra, la sombra de una mujer, el perfume del pan.

Julio Cortázar