Tranza Poética

"Creo que cada poema es un mundo. Un mundo y aparte. Un territorio cercado, al que no deben penetrar totalmente indocumentados, los huecos, los desapasionados, los censores, los líricamente desmadrados. Un poemínimo es un mundo, sí, pero a veces advierto que he descubierto una galaxia y que los años luz no cuentan sino como referencia, muy vaga referencia, porque el poemínimo está a la vuelta de la esquina o en la siguiente parada del Metro. Un poemínimo es una mariposa loca, capturada a tiempo y a tiempo sometida al rigor de la camisa de fuerza. Y no lo toques ya más, que así es la cosa. la cosa loca, lo imprevisible, lo que te cae encima o tan sólo te roza la estrecha entendedera -y ya se te hizo".
Efraín Huerta

14 de julio de 2007

Apagan niños incendio

Israel Piña

A los niños los habían reportado atrapados en una vivienda de cartón envuelta en llamas e intoxicados por el humo del incendio.
La ambulancia y los bomberos de Tlaquepaque no llegaron con la rapidez acostumbrada porque el laberinto que forman las calles de la Colonia Las Flores no lo permiten, pues no tienen nomenclatura ni pavimento, pero sí grandes baches.
Los paramédicos llegaron hasta la casa construida en la punta de un cerro y al lado de un cementerio, en el cruce de Orquídea y Crisantemo, el cual sólo aparece en el mapa porque en realidad no hay más que viviendas que parecen estar amontonadas.
Los técnicos en urgencias vieron desde abajo a los niños entre el humo y las llamas.
"Son nueve menores y están atrapados. Mándame más apoyo porque al parecer están intoxicados", dijo por radio a la cabina del puesto de socorro uno de los paramédicos.
Los rescatistas subieron hasta el lugar por la azotea de otra casa y cayeron en la cuenta de que el reporte era falso: estaban los niños, eran ocho hermanos, cinco hombres y tres mujeres, pero no se encontraban intoxicados ni atrapados.
Sólo estaban allí con botes y cubetas en mano, sonrientes, relajados, como héroes: habían sofocado ellos mismos el fuego antes de que los bomberos llegaran, casi en punto de las 17:00 horas.
El refrigerador, un mueble que fungía como mesa y varias prendas de ropa no se salvaron, pero los menores evitaron que el incendio provocado al parecer por un corto circuito y una fuga de gas se propagara a los hogares contiguos.

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Allá al fondo está la muerte, pero no tenga miedo. Sujete el reloj con una mano, tome con dos dedos la llave de la cuerda, remóntela suavemente. Ahora se abre otro plazo, los árboles despliegan sus hojas, las barcas corren regatas, el tiempo como un abanico se va llenando de sí mismo y de él brotan el aire, las brisas de la tierra, la sombra de una mujer, el perfume del pan.

Julio Cortázar