Tranza Poética

"Creo que cada poema es un mundo. Un mundo y aparte. Un territorio cercado, al que no deben penetrar totalmente indocumentados, los huecos, los desapasionados, los censores, los líricamente desmadrados. Un poemínimo es un mundo, sí, pero a veces advierto que he descubierto una galaxia y que los años luz no cuentan sino como referencia, muy vaga referencia, porque el poemínimo está a la vuelta de la esquina o en la siguiente parada del Metro. Un poemínimo es una mariposa loca, capturada a tiempo y a tiempo sometida al rigor de la camisa de fuerza. Y no lo toques ya más, que así es la cosa. la cosa loca, lo imprevisible, lo que te cae encima o tan sólo te roza la estrecha entendedera -y ya se te hizo".
Efraín Huerta

14 de julio de 2007

¡Qué buena historia!


Se enfrenta vaquero a polis en un ‘duelo’

Se enfrenta vaquero a polis en un ‘duelo’Saca resortera para agredir a ‘sheriffes’. Porque querían aplicarle una revisión de rutina se enojó con los agentes estatales
Israel Piña


Cual vaquero del viejo oeste, con texana y cinturón de hebilla ancha, dio la espalda a los policías, caminó un par de pasos y sorpresivamente volvió a voltearse para sacar el arma con la que opondría resistencia: una resortera de madera.
José de Jesús Saavedra Salcido, de 37 años, se rehusó a que policías estatales lo revisaran luego que lo encontraron en la calle con cerveza en mano.
Por eso dio la espalda y luego se abalanzó sobre los uniformados para propinarles algunos golpes con una resortera de aproximadamente 50 centímetros de largo, que traía fajada al pantalón y cubierta por su larga gabardina norteña color caqui.
La batalla duró muy poco, pues pronto los oficiales Christian Borja Rodríguez y Jesús Flores Macías lograron repeler los ‘resorterazos’ de Saavedra Salcido.
Sin embargo, los oficiales no se irían ‘limpios’, pues el vaquero urbano consiguió impactar más de una vez la resortera sobre el rostro de sus contrincantes y de paso lastimarles la nariz y los hombros.
Cuando todo parecía estar ya bajo el control en la Calle Pedro Neri, en su cruce con la Calle Guillermo Prieto, salieron aproximadamente 15 vecinos para reforzar a Saavedra Salcido.
Con la llegada de “la pandilla” al frente de batalla, los ánimos bélicos volvieron a incendiarse en la Colonia Lomas del Paraíso, en el Municipio de Guadalajara.
Pese a todos los esfuerzos de los vecinos por evitar que los policías estatales arrestaran al vaquero de texana armado con un resortera hecha con un leño, éste fue subido a la patrulla y esposado en la misma.
Con la resignación del perdedor y con el rostro sonrosado por el alcohol y por el enfrentamiento librado, Saavedra Salcido llegó a los separos de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado.
“Yo sólo traía media cerveza y por eso me querían traer”, dijo el detenido detrás de los barrotes y ya sin sus accesorios que le daban el ‘aire’ de forajido del viejo oeste.Los policías terminaron en el hospital.

Apagan niños incendio

Israel Piña

A los niños los habían reportado atrapados en una vivienda de cartón envuelta en llamas e intoxicados por el humo del incendio.
La ambulancia y los bomberos de Tlaquepaque no llegaron con la rapidez acostumbrada porque el laberinto que forman las calles de la Colonia Las Flores no lo permiten, pues no tienen nomenclatura ni pavimento, pero sí grandes baches.
Los paramédicos llegaron hasta la casa construida en la punta de un cerro y al lado de un cementerio, en el cruce de Orquídea y Crisantemo, el cual sólo aparece en el mapa porque en realidad no hay más que viviendas que parecen estar amontonadas.
Los técnicos en urgencias vieron desde abajo a los niños entre el humo y las llamas.
"Son nueve menores y están atrapados. Mándame más apoyo porque al parecer están intoxicados", dijo por radio a la cabina del puesto de socorro uno de los paramédicos.
Los rescatistas subieron hasta el lugar por la azotea de otra casa y cayeron en la cuenta de que el reporte era falso: estaban los niños, eran ocho hermanos, cinco hombres y tres mujeres, pero no se encontraban intoxicados ni atrapados.
Sólo estaban allí con botes y cubetas en mano, sonrientes, relajados, como héroes: habían sofocado ellos mismos el fuego antes de que los bomberos llegaran, casi en punto de las 17:00 horas.
El refrigerador, un mueble que fungía como mesa y varias prendas de ropa no se salvaron, pero los menores evitaron que el incendio provocado al parecer por un corto circuito y una fuga de gas se propagara a los hogares contiguos.

'Copelas' o cuello, dijo una peluquera

El joven se dijo 'buena onda' le dio la oportunidad a su posible víctima de ofrecer una cantidad mayor para perdonarle la vida
Israel Piña


Guadalajara, México (15 julio 2007).- Además del cabello, una peluquera supuestamente le quería cortar el cuello a un hombre por antiguas deudas.
Eran las 20:15 horas cuando Enrique Muñoz Mejía, de 40 años, se paró en la esquina de la Calle Milán y Avenida Gobernador Curiel, en la Colonia Morelos, Municipio de Guadalajara.
Casi enseguida se acercó a él Guillermo Limón Álvarez, de 25 años.
De inmediato vino la sorpresa: el joven mostró fotografías y documentos con información personal de Muñoz Mejía, como la dirección y datos de su vehículo.
Limón Álvarez le confesó Muñoz Mejía que tenía la consigna de asesinarlo. Para ello le habían pagado 20 mil pesos.
Pero como el joven se dijo "buena onda", le dio la oportunidad a su posible víctima de ofrecer una cantidad mayor para perdonarle la vida.
Por suerte, una patrulla pasó en plena negociación, informó la Dirección de Seguridad Pública de Guadalajara.
Muñoz Mejía no dudó en llamar a los policías para denunciar la extorsión.
Limón Álvarez se "echó para atrás" y ante los uniformados sostuvo que él únicamente le había ido a avisar a Muñoz Mejía que otra persona lo mataría.
Incluso proporcionó a las autoridades la identidad de la autora intelectual del plan criminal: se trataba de la peluquera de la familia de Muñoz Mejía.
El extorsionado, por su parte, mencionó que tenía problemas con la estilista porque ella nunca había saldado con su esposa una deuda por un teléfono vendido.
Será un agente del Ministerio Público quien desenrede la historia de la presunta peluquera malvada.

Allá al fondo está la muerte, pero no tenga miedo. Sujete el reloj con una mano, tome con dos dedos la llave de la cuerda, remóntela suavemente. Ahora se abre otro plazo, los árboles despliegan sus hojas, las barcas corren regatas, el tiempo como un abanico se va llenando de sí mismo y de él brotan el aire, las brisas de la tierra, la sombra de una mujer, el perfume del pan.

Julio Cortázar