Tranza Poética

"Creo que cada poema es un mundo. Un mundo y aparte. Un territorio cercado, al que no deben penetrar totalmente indocumentados, los huecos, los desapasionados, los censores, los líricamente desmadrados. Un poemínimo es un mundo, sí, pero a veces advierto que he descubierto una galaxia y que los años luz no cuentan sino como referencia, muy vaga referencia, porque el poemínimo está a la vuelta de la esquina o en la siguiente parada del Metro. Un poemínimo es una mariposa loca, capturada a tiempo y a tiempo sometida al rigor de la camisa de fuerza. Y no lo toques ya más, que así es la cosa. la cosa loca, lo imprevisible, lo que te cae encima o tan sólo te roza la estrecha entendedera -y ya se te hizo".
Efraín Huerta

15 de septiembre de 2006

Otra vez


Israel Piña

En fin, la pureza de quien no llegó a ser lo suficientemente impuro para saber qué cosa es la pureza. Nicolás Guillén.

Vi a esa hermosa mujer jadear y menearse encima de mí. Algunos dirán que eso es el paraíso, una suerte, qué disfrute. Sin embargo, en aquel momento quise salir corriendo. Ella gemía, incluso gritaba. A toda ella la tenía. Y yo… yo no sentí nada. Quizá una sensación, vacío, completamente vacío, con ansías de que todo terminara pronto. Lo peor fue que tuve que interrumpirlo todo, necesitaba escupir y enjuagarme la boca y volver a escupir. Un asco: es soledad. En el acto ésta se esconde y nos mira, burlona, detrás de las cortinas. En cuanto los cuerpos se separan, ¡b.a.n.g.!, sale y nos aplasta, y la sentimos más gorda y viscosa que antes. Entonces no soportamos la ternura, hasta el beso rehusamos. A veces estamos más solos después de fornicar. La carne firme y un pubis de ofrenda no son suficientes para paliar la tristeza. Se siente uno triste y ya, bajo la mierda. Así de simple; no es nada en especial. ¿Hay más? Hay un abismo entre hoy y hoy, un día más; dos, está bien; cinco, diez da igual, nos acostumbramos, pero no lo suficiente para no gritar, para olvidar que estamos vivos y empolvados y que siete pasos más y volaremos. ¿Adónde? No lo sé. El lugar no importa, la soledad en el fondo es la misma, siempre huele igual, algunas veces reemplaza su olor ácido por algo más blando. Hay veces que pasa eso. Sí, cómo no: la comida, una vagina húmeda, el trago de cerveza; aunque después, casi siempre y al instante, otra vez estemos con el cuerpo cercenado y la muerte entre las cejas. Qué más da. Lo primordial no es escapar por siempre, lo primordial es querer tentar la huída al infinito: la derrota perpetua. ¿Podría ser de otra forma? Imposible. Siempre me ha parecido ridícula, no ya imposible, esa noción del paraíso como la perenne felicidad, la perfección absoluta y desbordada. No es más que una proyección de nuestro deseo. Muchas veces intentamos adelantar el paraíso, traerlo a nuestros huesos: inventamos las bodas, los finales felices, los cuerpos perfectos, la comida sana, las vidas ejemplares, los científicos y sus teorías, los sacerdotes y sus santos. Ni siquiera reparamos en separar la cizaña del trigo porque desde siempre la negamos. Mas está ahí y a diario punza, crece y arde. Está ahí, como una linda mujer en su ataúd y con los ojos bien abiertos. Nos observa y luego suelta una tremenda carcajada. Pero supongamos que el paraíso existe: ¿sería tan bello como cuentan? ¿Tanta perfección es posible? Desde aquí puedo imaginarlo un fastidio, aburrido, un horror. Si todo hay en él y es perfecto, no queda (a quienes estén en él) más que esperar. El paraíso es el lugar adonde van los condenados a no desear. Todo se poseería, aunque no se haya elegido porque la elección indica carencia. Se elige algo porque no se tiene y en la elección algo queda vedado, de tal manera que siempre terminará por faltarnos algo para luego, casi de inmediato, comenzarlo a codiciar y con suerte sentir placer por un instante, tan sólo uno. En el paraíso no podría existir este vuelco, jamás se nos caería la baba por el olor a café, por unas nalgas contoneándose o por el firmamento desteñido. Para estremecerse hace falta pasar por aquí, por la tierra, reptar por ella como vil gusano a paso lento, retorcerse y levantarse en el fuego para al fin caer en cenizas y, otra vez, sentirse desdichado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Wooo!! noo, quedé impactadisima como siempre con el trabajo q realizas; siempre captando las mejores tomas en el preciso momnto!! en realidad siento una grand ADMIRACIÓN por lo q haces... eres totalmnt un artista y sooper buen escritor, creo q tu narrativa es buena ps das detalles pero sin enfadar al lector :D... por otra part aunq se m hacen un poco crudas las imágenes q son d personas asesinadas, etc ps están bien!! pero m encantó asi muchiiisiiimo la q está en un escrito d MARIO BENEDETTI fue la mejor!! auqn t diré q la d EN EL FONDO ESTÁ DIOS está muy creativa!! abstracta y demás locuras q pienso!!

Es hora d retirarm y quiero pedirt disculpas pues estoy consiente d q siempre q quieres hablar, no puedo por una razón y otra... pero d todos modos ten en cuenta q cuando puedo ahi estaré para brindart lo q necesites!! CUENTAS CONMIGO PARA TOODO cuidate ciaooo

Allá al fondo está la muerte, pero no tenga miedo. Sujete el reloj con una mano, tome con dos dedos la llave de la cuerda, remóntela suavemente. Ahora se abre otro plazo, los árboles despliegan sus hojas, las barcas corren regatas, el tiempo como un abanico se va llenando de sí mismo y de él brotan el aire, las brisas de la tierra, la sombra de una mujer, el perfume del pan.

Julio Cortázar